Metro: Noviciado (línea 2)
Botellín: 1,10€ (Amstel)
Caña:1,10 (Amstel)
Tapas: papas fritas, patatas ali-oli, aceitunas...
Especialidades: tortillas (española, con sobrasada, con jamón y queso, con salchichas, queso y mostaza, de philadelphia y anchoa), papas bravas, hamburguesa, perrito, oreja a la plancha, platos combinados...
Escena 1:
Pantalla
en negro y letras en blanco... "Los bares tradicionales españoles
desaparecen del centro de Madrid. Sus dueños se preguntan por qué."
Escena 2:
Escena 2:
Fachada
del Bar Noviciado, impertérrito junto a la lúgubre estación de metro de
San Bernardo. De su vetusto rótulo amarillo no falta ni una letra; ni
siquiera las que advierten que tiempo ha Schweppess era una marca capaz
de competir por el trono del reino del refresco.
Un chico aliñado de
vagabundo habla por el móvil. Bajo el quicio, encogida por el frio, la
florista cuida su negocio ninguneada por el indifierente trasiego de
peatones... nadie quiere flores en invierno, por lo menos en Madrid.
Escena 3:
Inserto
de un cartel rotulado a mano: bocadillos a precios asequibles, incluso
ofensivos para quienes asocian de forma inexorable la calidad con el
dispendio. A través del cristal se divisa la vida de un bar silenciada
por el rugir de coches, motos y voces inconexas. El perfil de un hombre
consume un botellín mientras un segurata apura esos preciosos minutos de
escaqueo del curro.
Escena 4:
Plano
bajo que muestra la barra y a un hombre apoyado en ella. Ya no hay
ruido... circula ese rumor incómodo que tiene un bar cuando está vacío.
Una voz en off, una voz resignada, explica: "Ésto lo cogió mi
abuelo en el 47; luego lo llevó mi padre y yo a partir del 2000. Desde
los 18 años... desde los 18 años trabajo aquí."
Escena 5:
Escena 5:
Un
anciano encorvado oculta su comida. Cambia el plano y aparece
masticando una de esas personas que suele producir hilaridad entre los
que son lo suficientemente cretinos para no diferenciar quienes son
risibles como ellos y quienes merecen un profundo respeto por el mero
hecho de vivir sin poner ni esquivar trampas.
Podría haber sido
arcabucero en la Batalla de Pavía o místico ortodoxo en la corte
zarista. También es posible que tan sólo sea un mendigo masticando su
ojo izquierdo en un montadito... cansado de ver lo que nadie ve. Mirada
fija desafiante y enajenada... y fundido en negro.
Escena 6:
Vuelve la luz y con ella la silueta de una caña a medio acabar... símbolo y metáfora de este necesario cortometraje documental llamado "La muerte del bar español y la invasión del plato cuadrado" realizado por Ivar Muñoz Rojas y David Álvarez.
El
citado testimonio del exdueño del Bar Noviciado, Luis Ángel García,
junto al de los colegas de profesión y hermandad (los responsables del
El Palentino, el Lozano y Das Meigas) expone la situación agonizante de
las tascas, tabernas y bodegas que durante décadas alimentaron y
emborracharon a sucesivas generaciones de madrileños. No hay ni habrá
agradecimientos por los servicios prestados, ellos lo saben. Unos
sobrevivirán (seguramente sólo El Palentino) y otros (la mayoría)
traspasarán el local a nuevos inquilinos que, rebosantes de un
entusiasmo algo ingenuo, reformarán esas paredes cargadas de pequeñas y
grandes gestas para hacer ambigús con tostas, biblioespás o franquicias
de cubos con botellines y acné.
Si consiguen el éxito o van al sumidero
es indiferente para la administración pública. Sobrevolando estará el
ministro Montoro para aprovechar los despojos de cadáveres que otrora
fueron algo más que sociedades... puntos de encuentro para muchos,
inagotables fuentes de energía para todos.
Luis
y Mariano dejaron el bar, pero quienes asumieron el legado se han comprometido con ese impulso tan ingrato como
satisfactorio que hace del Bar Noviciado un ejemplo de consencuencia y
pureza. Ese legado consiste en servir cañas, cafés, bocadillos,
croissants y raciones a precios justos y ecuánimes; a no seguir la
progresiva política de vender platos mediocres a precios disparatados.
Es una mera cuestión de honestidad, de preferir morir preso del mordisco
caníbal de una ciudadanía fascinada por la estela de una modernidad que
siempre amanece obsoleta, antes que ceder a cambios torpes e igualmente
suicidas que no evitarían la muerte del bar español tal y como lo
conocemos... (o como lo conocimos). En sus escasos 7 minutos de metraje
no hay resquicio para la esperanza, quizá porque no la hay. Sólo es
cuestión de tiempo... ellos lo saben.
Yo quiero ser menos pesimista y
algo más cínico. Al final sólo quedarán franquicias horteras, bares
modernos, blancos, elegantes, estériles... o saloncitos abigarrados,
recalentados, cargados de antigüedades que antes sólo recogían los
vagabundos que escarban en los contenedores y que ahora se venden como
tesoros de almoneda. Y aburridos nos daremos cuenta de que no hay nada
más moderno que lo que no lo es. Puede que para entonces sea demasiado
tarde y ya no queden siquiera los cimientos de todos esos bares en los
que desayunamos, almorzamos y cenamos junto a aquellos que ahora visten
arrugas o que ya sólo están en fotos. El plato cuadrado es la metáfora
de la insignificancia, de un presente que caricaturiza al pasado, del
desprecio a la memoría, de la fascinación por una vida liofilizada.
Escurriéndome
la chorra en la letrina del Bar Noviciado, me fijo en esas paredes churretosas que permanecen impasibles ante los malos augurios. ¿Cuántas
pollas han descargado aquí desde 1947?...
Hace ya unos años, en el fragor de una de esas conversaciones con colegas que justifican seguir vivo, uno de ellos me confesó que su sueño era hacerse un fular con los pelos del culo de Shania Twain.
Aspiraciones tan líricas y hermosas como esa sólo se forjan en barras así, en barras con platos redondos.Hace ya unos años, en el fragor de una de esas conversaciones con colegas que justifican seguir vivo, uno de ellos me confesó que su sueño era hacerse un fular con los pelos del culo de Shania Twain.
Arnyfront78
La muerte del bar español y la invasión del plato cuadrado:
https://www.youtube.com/watch?v=6syFNP5pUHE
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