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viernes, 26 de abril de 2013

Cervecería El Paseo



Paseo de la Ermita del Santo, 42
Metro: Puerta del Ángel (Línea 6)
Botellín de 25 cl (Mahou): 1,50€. Grifo de Mahou.
Tapas: Los fines de semana y festivos durante todo el día y entre semana de las 19 hrs hasta el cierre puedes elegir la tapa que quieras con cada consumición entre las siguientes: montaditos varios, Sandwich mixto, perrito caliente, hamburguesa, pincho moruno, papas bravas, brocheta de pollo con pimientos, choricitos y croquetas.
Especialidades: Raciones aceptables en precio y cantidad (bien cocinadas)... sepia, chopitos, calamardos, alitas adobadas, gambas al ajillo....




Ojo avizor!!!... joya descubierta recientemente por el equipo de Tabernomaquia en nuestro propio terreno de juego, el barrio. Ha sido un gol en propia meta no haber pisado por El Paseo antes. Siempre me he fijado que estaba lleno horas antes de un partido en el Vicente Calderón, pero la mayoría de gente que veía en la puerta parecían atléticos de otras zonas de Madrid que aparcan el coche en la calle Sepúlveda y sus inmediaciones y bajan andando al estadio.
Creo que los aborígenes nunca hemos considerado que, la franja que limita la Ermita del Santo con el Parque de la calle Caramuel, sea parte del barrio. Siempre han sido las casas de los advenedizos, las que tienen portero, jardines privados y niños que no bajan a jugar a la calle. Casas de militares y gente de clase media que se trasladaron a los márgenes del río Manzanares sabedores del privilegio que supone tener la Casa de Campo a cinco minutos  andando y la Puerta del Sol a quince, pero que, al mismo tiempo se han relacionado lo menos posible con el resto de tirados del Paseo de Extremadura y Caramuel que, supongo, piensan que somos. 


 Pero una mañana nublada de otoño, tras haber estado paseando por la Sacramental de San Justo Pastor en busca de inspiración macabra, nos metimos con sed en el primer bar que recordabamos por la zona, sin pretensión alguna de encontrar un sitio al que tener en cuenta a partir de entonces. Pero, como es habitual, cuando no lo busca lo encuentras y descubrimos que no sólo está limpio, los camareros atienden raudos a pesar de estar lleno, sino que, por 1,50€ te ponen un botellín de 25cl (suelen ser de 20cl) y puedes pedir el aperitivo que quieras dentro de 15 opciones comprendidas en la carta (siempre y cuando sea finde o tarde-noche de diario). El primer día anduve reservón y pedí un montadito de escalopín con queso (más grandes y con mas relleno que los de los 100 Montaditos) y una brocheta de pollo con pimientos, pequeña pero rica. En posteriores visitas me he lanzado claramente a por la hamburguesa que tiene el tamaño de un Whopper (no es coña). Tiene lo básico: la hamburguesa con carne de origen desconocido, lechuga, tomate y cebolla. No es nada del otro mundo pero con la birrita entra doblada, lo certifican los eructos que te acompañan a casa. Una persona de complexión media sale saciada con cinco botijos; hay otros que, aunque se pidan toda la carta se quedarán con hambre, para ellos también hay raciones y medias raciones, generosas en tamaño y bien guisadas. 



  
Aviso para quienes detestan los bares cutres de barrio, éste no lo es. Es más bien una cafetería que hace las veces de bar de tapas, albergue para singles que le dan al anís y plataforma donde empezar con los primeros pelotis del finde. 
Así que, si eres indio como yo, si vas a hacer el garrulo a los karts de Carlos Sainz, si apuntalas tu autoestima en horas bajas haciendo pesas en el Paidesport Center o, simplemente, te estás dando una vuelta por la orilla derecha del río deberías anotarlo en tu agenda... por si te entra sez.

Arnyfront78

lunes, 22 de abril de 2013

Las Jarritas



C/ Orense, 39 
Metro: Puto Bernabeu (línea 10)
Cierra el domingo
Cañas: 1,60€ (Mahou)
Tapas: Croquetas congeladas (por dos veces), empanadillitas congeladas, patatas con pomada (alioli), alitas de pollo, papas con colesterol...
Especialidad: el ruido



Que las jarritas que se beben los muchachos de las oficinas de la calle Orense y alrededores no son una, ni dos, ni tres... queda contrastado visitando los bares de AZCA, Avenida del Brasil, Capitan Haya y sobre todo Orense a partir de las 20 hrs. El que reúne mayor número de afterworkers, esos compositores de horas extras punibles en casa, es "Las jarritas". Cualquier día laborable puedes encontrar recuas histéricas vestidas de Emidio Tucci que intentan retrasar lo máximo posible la vuelta a casa. Esta masa supone aproximadamente el 50% de la población oficinesca de Madrid. El otro 50% es adicto al gimnasio.
 
A groso modo y, por supuesto, equivocándome, los afterworkers se dividen en las siguientes categorías:

1. Los amateurs que se ven impelidos, por estúpidos convencionalismos, a beber con la gente a la que rebanarían la traquea, con el fin de integrarse en el sanedrín laboral. Estos se mojan los labios y miran el reloj constantemente con la esperanza de que otro rompa el hielo yéndose a casa primero.

2. Los que fueron novatos que, con la fuerza de la costumbre, le han cogido gusto al asunto y tutean al director general a partir de la cuarta ronda. Son adúlteros potenciales (sólo en potencia porque no suelen pillar nada) y chismosos de departamento. Saben ristras de chistes a cada cual más desagradable e inoportuno. Los domingos vegetan con la parienta con la cabeza puesta en la juerga del lunes. No pueden frenar la alopecia causada por el estrés.


3. Los "Gordon Gekkos"... suelen ser directivos y representantes. Van a gin tonic bar´s o putis para evitar mezclarse con sus subordinados. Han pasado por todas las fases previas. Aunque tengan mujer, hijo y perro nadie les espera en casa. Cenan bourbon y doritos mientras buscan bukkakes en internet. 
"Si quieres un amigo cómprate un perro" es su lema.
También hay gente que sólo quiere tomarse algo después de un duro día de trabajo. Supongo que son la mayoría.

Es desconcertante que "Las Jarritas" esté tan lleno. Lo achaco a que es el único de la zona que tiene pinta de bar guarro, no de decorado de Cuéntame o de escaparate de Paul & Shark. A los pijos ( o a los que quieren serlo) no hay nada que les ponga más que darse un garbeo, sin salir de su zona segura, por allí donde asemeje a los bajos fondos. Es una especie de aventura controlada, parecida a la que viven quienes van a un resort en el Caribe protegidos por las balas del ejército local, bajo el influjo de un esnobismo deshonesto al que no pueden dejar de atraerle las amenazantes pollas proletarias. En Las Jarritas no hay pollas proletarias per se, sólo pollitas que quieren medrar en un mundo forjado en ansiedades y espejismos. 

La cruda realidad es que es un bar mediocre con cañitas a 1,60€, que repiten aperitivo (nos pusieron dos veces croquetas congeladas) y que nos sirvieron unas aliolis con la patata hecha puré y la mahonesa ácida. Quizá lo mejor del local sean, paradojicamente, los camareros. Digo paradojicamente porque, aunque nos sirvieran esas tapas de mierda, me cayeron bien. Son currelas de tomo y lomo que bregan como pueden a una clientela convulsa. Mi compadre el Lolo intentaba seguir el ritmo de botijos que llevaban pero siempre estaba 2 o 3 cañas sobre par. Habría necesitado un eagle para igualarles. 
 

Lo peor... una planta sintética que hay de camino al baño de la que parece fueran a surgir los alienígenas de Cocoon, y constatar como, al margen de las conversaciones de trabajo y padel que confieren una cadencia uniforme y tediosa al bar, la gente no tiene mucho más que decirse.
Al mismísimo Don Draper se le revolverían las tripas al ver lo barata que se vende la ambición en Madrid.


Arnyfront78

miércoles, 17 de abril de 2013

El Ríncón, el bar de Tito

Mercado municipal de los Mostenses. Plaza de los Mostenses, 1
Metro: Plaza de España (líneas 3 y 10), Santo Domingo (línea 2)

Cierra sábados por la tarde y domingos
Botellín: 1,30€ (Mahou). Caña: 1,30 (Mahou). Tercio: 2€. Chato: 1€
Tapas: Paella (al mediodía), canapés variados, callos, salpicón, boquerones fritos, huevos rellenos, bravas...
Especialidades: el menú de lunes a viernes con cuatro platos caseros a elegir de 1º y de 2º por 8,50€





En un rincón del mercado de abastos de los Mostenses, enquistado en las estribaciones de la Gran Vía, está Tito tirando cañas, ordenando la cubertería, colocando el azúcar en los platillos de café, luchando para que el bar pueda abrir al día siguiente. Fue mi hermano afectivo, aquel junto al que me creció la pilila, el gran Emilio, quien me reveló este asombroso hallazgo de menús baratos y apetitosos en un entorno tan exótico como incandescente. 
 
De lunes a viernes, por 8'50, los platos caseros orquestados por Aniceto, el Panoramix de los pucheros, sacian con creces los ávidos intestinos de los currelas de la zona. La mayoría de las veces toca comer en la barra, encajado entre el taburete y el plato, dado que, como "rincón" literal que es, sólo tiene cuatro mesas. Pero merece la pena guerrear, cuchara en mano contra los codos ajenos, para comerse la fabada de los miércoles, las lentejas de los jueves o un escalope de pollo, desplegado como una vela de barco pirata, sobre un lecho de patatas no congeladas. Otra opción es tomar botijos observando el ajetreo de los puestos colindantes, que venden yucas y guayabas a excelsas mulatas o dim sums de contrabando a los ictéricos cocineros de los restaurantes asiáticos que rodean Plaza España. 
El esfuerzo se ve recompensado con una tapa generosa de paella (si vas al mediodía), callos a la madrileña (no aptos para estómagos lloricas), huevos rellenos o algún que otro canapé que mitiga el hambre hasta la hora de comer. Por allí andan siempre enemigos irreconciliables de la sobriedad a cargo de trabajos que les permiten hacer un break aderezado: conserjes, reguladores de la ORA, barrenderos, seguratas y dueños de otros bares que comparten, con la masa remolona, las pocas ganas de volver a la faena. 



Aun así no os recomiendo el Rincón. Quiero tener mesa libre para cuando vuelva a comer con mi compadre; aunque no me inquieta demasiado porque sé que muchos de vosotros, de entrada, desestimáis los bares de mercado por parecer desprovistos de cuidado y esmero. Pues mejor para los que conocemos el afán y desvelo con el que trabajan estos zahorís, proveedores de pitanza y refrigerio allí donde se pueden comprar los alimentos pero están por cocinar. 

Y así, seguiré gozando de unas chuletitas de cordero mientras vosotros coméis en el Rodilla.
Hermano... un abrazo fuerte y ánimo. He jugado contigo, mi madre con la tuya, tu tío con mi padre... la vida sigue incluso sin los mejores.

Arnyfront78

viernes, 12 de abril de 2013

Casa Paco

C/Altamirano, 38. 
Metro: Argüelles (líneas 3, 4 y 6)
Botellín: 1,40 (Mahou), caña: 1,30 (Mahou) tamaño dedal
Tapas: canapé de queso Philadelphia con salmón ahumado, canapé de morcilla, aceitunas gordal, papas con chorizo frito...
Especialidades: pincho de tortilla (a 2,40€) y croquetas variadas (a 1,30€). Menú del día a 9,80€







La tortilla de patata es un lujo. Creo que, a menudo, nos olvidamos de ello. Algo tan sencillo, tan barato, tan rico y tan extendido por toda la geografía nacional debería ser el auténtico vertebrador de este viejo país que camina hacia el desierto. 

Las hay con o sin cebolla, bien cuajadas o que chorrean, con pimiento verde, rojo, calabacín o guisantes, apaisanándolas con jamón  y chorizo, incluso hay algún enajenado que la rellena de nocilla.... pero suele ser difícil comerse un buen pincho de tortilla en un bar. Pasa como con los arroces: casi siempre salen mejor en casa de la agüela que fuera. No obstante, hay alguna que otra excepción que confirma la regla. 

Casa Paco (no confundir con su homónima de Puerta Cerrada) tiene una gama de tortillas, al borde del delirio, que satisfarán a los y las más tortilleras. Yo soy una gran tortillera y no soy muy dado a los inventos, pero he de confesar que, tras décadas trabajándolas (desde 1954), han aprendido qué productos pueden o no empotrar entre la patata y el huevo. Tortillas de jamón y queso, de roquefort con salmón, de gulas con pimientos del piquillo,  de solomillo con cebolla... en fin, un deleite. El pincho cuesta 2,40€ y tiene un  tamaño standard: ni como los quesitos del Trivial ni como para resistirse a pedir otro por quedar saciado. 

Así que, a base de tortillas, croquetas (aún no las he probado pero tienen fama) y alguna que otra ración saldrás jodido (de pasta) pero contento. Te aviso, allí se va a comer, si quieres tomarte un botijo hay decenas de sitios alrededor más baratos y con mejor mejor aperitivo. Dan una tapa insignificante porque saben que tienen la clientela asegurada. Se han especializado en tortillas y lo explotan a base de bien. Lo dificil va a ser que consigas mesa. Son escasas y hay hostias por ellas. Esto sucede entre semana, los findes no quiero ni imaginarlo. En la barra, cada día, hay un combate encarnizado a partir de las 8 de la tarde. Además tiene una puerta interna que comunica con una administración de apuestas del estado, así que, puedes echar el euromillón, la lototurf o el quinigol mientras desmadejas las hebras de unos callos a la madrileña o esperas a que te sirvan.



La última vez había un anciano, algo castigado por su idilio con Baco, que, por momentos, parecía que fuese a desenvainar y hendir su espada en aquel que osara rozarle. Veía el partido de Champions sin verlo, musitaba incoherencias... 
yo creo que hablaba con el general Lee y le preguntaba por qué capituló tras la caída de Richmond, Virginia... por qué traicionó a hombres como él que le hubieran seguido hasta el mismísimo infierno. Y si el caballero del sur, el "as de picas", no le contesta desde su retiro espiritual, siempre podrá preguntarle a una tortilla con sobrasada por qué coño han pintado las paredes de color diarrea.

Arnyfront78

domingo, 7 de abril de 2013

Templo del Gato

C/Trujillos, 7
Metro: Ópera (líneas 2, 5 y R), Santo Domingo (línea 2)












En la película de los Blues brothers hay una escena en la que Jake y Elwood tocan en un local de rednecks sureños, de esos que cazan aligators en los Everglandes y escupen tabaco mascado. La canción es "Gimme some lovin" de la Specer David Group y no gusta un pelo al personal. ¿Cómo expresan su mosqueo?... lanzando tercios de Lone Star contra una malla metálica que rodea el escenario. Así que, ante la perspectiva de salir con los pies por delante del saloon o cambiar de repertorio, abogan por ésto último. Suenan los acordes cuatreros de la serie Rawhide (que en España tuvo una traducción tan descriptiva como "Cuero crudo", en cuyo reparto figuraba un novato Clint Eastwood) y el público se viene arriba. 

¿Cómo expresan su satisfacción por escuchar country?... pues estallando los tercios aún con más fuerza. Siempre que veo esta escena me acuerdo del Templo del Gato. No porque haya hijos de Dixieland encabronados, sino porque también hay una alambrada (sin espinos) que circunda el perímetro asfixiante donde se situa el escenario y un billar que, a lo largo de los años, ha adquirido el derecho a ser uno más de la plantilla.
Lugar histórico donde los haya cumplirá 28 años el próximo 11 de abril. Allí han tocado Ronaldos, NOFX, Supersuckers, Offspring y Mikel Erentxun con Duncan Dhu, antes de perder la cabeza y plagiar a Lightning Seeds con la canción de "Los Serrano"... todos seguramente indiferentes a la mirada turbadora del barman calavera, mezcla de Peter Murphy sin melanina y el malo de "Frío como el acero" en horas bajas. Otros grandes protagonistas inanimados son los televisores (que desde la suspensión aérea emiten, ajenos a la música de fondo, vídeos de garage grabados a lo largo de décadas de la MTV) y, por supuesto, el váter. 

 
Un váter con hall en el que las colas de boys and girls propician miradas sugerentes y conversaciones torpes. Yo, por mi parte, espero el desagüe absorto en la serpiente que envuelve el cuerpo desnudo de Nastassja Kinski en una foto de Richard Avedon. Reptando, perfectamente encajada en donde los muslos pliegan hacia la pelvis; acompasando el desplazamiento a la respiración de la mujer pantera, de la hija del loco. Por un momento, por cosas así... la vida parece mejor de lo que es. Debe ser el alcohol. 
- En cuanto a la música hay que decir que arriesgan poco. 
- ¿Para qué si la que hay es buena y el negocio funciona?
- Porque los clásicos básicos (Misfits, The Stooges, Motorhead) sumados a sucedáneos Indies que suenan a camelo sirven para un rato pero acaban cansando. Se echan de menos apuestas incendiarias, de hace 30 años, que tienen más frescor que la fórmula pija que divisa el horizonte rockero madrileño: camisetas de Ramones con olor a body milk y mojitos con sombrilla. Visitors, No Trend, Death in June, Cassandra Complex, Sovjet War, Swell Maps, Flipper o Revolting Cocks merecerían un hueco en la pinchada. No obstante, si no vas a pescar chuquis y sólo quieres oir buena música tomando algo, es mejor que te pases entre semana. Siempre hay peña pero sin roces. Los tercios, que es lo que bebo porque no tengo un guil, cuestan 3€. Me parece más que aceptable teniendo en cuenta que cerca hay anodinos bares de copas en los que están a 4 y 5€ y la única música que vas a oir es el crí-crí de la mandíbula empericada del barman. Eso sí, si nunca has estado ten cuidado al entrar no te vayas a equivocar y acabes en el garito contiguo: el Strong. El "ambiente" es muy distinto, ya me entiendes. 

Está en la calle Trujillos 7. Lo mejor que puedes hacer es tomarla en la encrucijada etílica que comprende las calles Veneras, Navas de Tolosa, Conchas y Trujillos (El Gañán, Mareas Vivas, El Labriego, La Alegría, Casa Valiño, Los Amigos, Mesón Viña T, Casa Parrondo...) y luego dejarte caer por allí, eso sí, sin potar sobre el tapete del billar.  La última vez que estuve acabé boca arriba en la cuesta de la Almudena que me lleva al gueto y con esa sensación amarga y demasiado frecuente que tan bien describe "Paid in full" de Eric B and Rakim: "So I dig into my pocket, all my money spent".

Arnyfront78

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Madrid, Madrid
Vuelve la afamada fórmula de alcohoy y literatura como guía chusca del Madrid contemporáneo