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miércoles, 29 de octubre de 2014

Sabores patagónicos

Glorieta Puente de Segovia, 1
Metro: Puerta del Ángel (línea 6)
Caña (no hay botellín): 1,50€ (Estrella de Galicia)
Tapas: minitartaleta de queso...
Especialidades: empanadas (capresse, carne criolla, pollo, cebolla y mozzarella, roquefort, carne con pasas y aceitunas negras...), tartaletas (manzana, ricota, membrillo, coco con dulce de leche, queso con frutos rojos, dulce de leche con nuez, de picos de chocolate con dulce de leche...), alfajores (chocolate negro, chocolate blanco, almendras, maizena), pizzas, pasta fresca, pollo en escabeche, quiches, berlinesas de dulce de leche, milhojas, porciones de tarta...

 




 A finales de los ochenta, el Mesón Quinta de Goya tenía un apañado equipo de fútbol. Participaba en aquella inefable liguilla de bares del Paseo de Extremadura entre los que estaban el Chiqui, el Solmar y el todopoderoso Ávila. 

Jugaban los domingos por la mañana sobre la tierra agreste del campito del barrio Goya. En la ladera del montículo que servía de palco, los abuelos insultaban a un árbitro tan fofo como asustado que trataba de establecer reglas mínimas en aquel sin Dios. Delanteros sin gol driblaban a defensas fuera de forma.... el portero echaba mano a un botellín de Mahou cuando se alejaba el peligro... el segundo árbitro llevaba un cartel en la espalda que ponía "chupo pollas en el vestuario"... gitanillos en chanclas y con los mocos haciendo pompas rulaban con la bici en busca de balones extraviados... el bar agotaba existencias antes del descanso...

Aquello no era una liga ni era nada pero yo, un crío que soñaba con las proezas de Futre, Julio Alberto y el gol de chilena que el polilla Da Silva le hizo al Valencia, era la Champions league que me podía permitir. Como ocurre con todas las cosas buenas que la fascinada visión de un niño idealiza, afortunadamente desaparecen para que no puedan ser juzgadas por el inclemente cínismo que se adquiere con la edad. 

Todos aquellos trofeos de latón engalanaban las orgullosas repisas de aquel mesón que, en realidad, era una cafetería con exceso de artrosis y olor a croissant. Una cafetería que regentaban un padre y su hija y que hace tres o cuatro meses echó el cierre. La última vez que pasé por allí estuvo a la altura de una digna despedida. Fui a ver el Milan - Atleti de octavos de la Champions con mi compadre Julio. 

Allí presencié una de esas riñas que si uno no está presente no se la cree. El dueño de un perro exhortaba a un par de fumadores a que dejaran de hacerlo dentro del bar. A su vez, dichos fumadores reprendían al dueño del perro la entrada de animales en un establecimiento público. Todos exigían la rigurosa aplicación de la ley a los demás y su inaplicación a ellos mismos. Unbilievable!... nadie ha podido describirlo mejor que el canciller de hierro: "España es el país más fuerte del mundo. Los españoles llevan siglos intentando destruirlo y no lo han conseguido" (Otto von Bismarck). 


 No voy a echar tanto de menos la Quinta de Goya como su pacharán, pero siempre es triste el fin de un bar. Muerta una planta, nace otra y ahora unas chicas y chicos argentinos han cogido aquello para convertirlo en una tienda de dulces y salados de su tierra con barra para que te los puedas comer in situ. Empanadas, tartaletas, alfajores, pasta y pizzas... parece ser que todo  hecho allí mismo por manos artesanas. Se mantiene la disposición del antiguo mesón pero libre de filigranas. Barra maciza, tarima flotante, paredes desnudas y un expositor repleto de manjares que, sin duda, es el epicentro del bar. 

Trato amable, sobrio, sorprendentemente mesurado para la habitual verborrea argie. Y una terraza a la sombra de la torre de los militares que mira con el ojo izquierdo al Chacón y con el derecho al puente de Segovia.
Las imagenes corresponden a empanadas ( a 1,80€ la unidad) de jamón y queso, caprese, de carne con pasas y aceitunas negras y una de roquefort que huele a vestuario de cuartel. No son las de Zabala ni para bien  ni para mal, son distintas. 


Y aunque el dulce no es lo mio he de reconocer que la tartaleta de membrillo está bastante buena. En fin, un lugar nuevo en nuestros predios con mejor pinta que precios y con viso de convertirse en un referente para los golosos/as del barrio... que hay muchos/as.

Arnyfront78

martes, 14 de octubre de 2014

La Alegría

C/ Veneras, 7
Metro: Callao (líneas 3 y 5)
Caña (no hay botellín): 1,30€ (Mahou)
Tapas: tortilla, aceitunas, boquerones en vinagre...
Especialidades: callos, lacón, tortilla, bonito con tomate, sardinas escabechadas, anchoas, jamón o lomo ibérico...

















 

Hoy os quiero yo lanzar
ripios de mala rima.
No son tristes alegatos
sino loas de alegría.

Oculta en callejón estrecho,
estrecha como cruel flaca,
cantina de puerto urbano,
capilla que inspira y salva.

Corraliza andalusí,
o chusco pesebre castizo
con una bandera asturiana
que acaba rizando el rizo.

La Alegría de erigirse
en museo costumbrista
da color al albino, al borracho,
a la puta y al taxista.

Entre chatos sangre y clarete,
espumas, burbujas y sodas
busca su sitio un filete
o una tortilla burlona.

Lacón curado en la casa,
callos de toma y moja,
boquerones en vinagre
y en el váter... lonchas de coca.

Sobre banquetas melladas
o asidos a ubres prietas
fluye el charla que charla
 cual fuego de metralleta.

Demasiada gente el viernes,
demasiada gente el martes,
a veces parece aquello
el coño de Holly Michaels.

Marqueses de la impostura,
esgrimistas de tercios,
guapas impenetrables,
jubilados en excesos...

camastrones y golferas,
errantes de la rondalla,
todos esperan que Beni
sirva las cañas heladas.

Y qué decir de Fermín,
consagrado tabernero,
con su arte "crisopéyico"
hace del vino un suero.

Aquí no hay tele que valga,
ni wifi... ni pijerías,
...barra pa apoyar el codo, 
caldos rojos y compañía.

Semillero de noches locas,
fin de fiesta del prudente;
cada uno elige su meta:
fría, tibia o ardiente.

Para algunos bar de viejos, 
para muchos un hogar, 
para mi una referencia
del privar y el meditar.

Y si es difícil entrar,
más difícil es salir...
porque de la buena farra
nunca se debe huir.

"En una tasca del puerto
gastaba tiempo el viajero.
Presente estaba el silencio 
que limpia el alma del bueno."
(Instantes; Malevaje)

Arnyfront78


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Madrid, Madrid
Vuelve la afamada fórmula de alcohoy y literatura como guía chusca del Madrid contemporáneo