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miércoles, 10 de diciembre de 2014

Bar Diaz

C/ Embajadores, 65
Metro: Embajadores (línea 3)
Botellín: 1€ (Amstel)
Grifo de Amstel
Tapas: tortilla, mejillones a la vinagreta, papas fritas, canapeses...
Especialidades: papas bravas, ali-oli, oreja, torreznos, champiñones, morcilla, ensaladilla rusa, chopitos, boquerones fritos, callos, gambas al ajillo, pimientos de padrón, lacón a la gallega y a la vinagreta...



A escasos cien metros de la Glorieta de Embajadores, enfrente de los congelados La Sirena y un kebab con sospechas septicémicas, ...allí donde aparcan las cundas que van a la Cañada Real cargadas de yonkis y esputos con sangre, se situa esta cervecería tipicamente arganzuelera donde uno se imagina a Torrente desayunando Cazalla. Y digo arganzuelera porque los bares de este distrito entrañable tienen idiosincrasia propia. Salvo excepciones se caracterizan por el feismo, el guarrismo y el baratismo. 

Pero a su vez son bares con alma y arraigo. A poco que uno tenga la sensibilidad suficiente para apreciar la fealdad como una manifestación de nuestra mísera condición humana, igual o más atractiva que la belleza, simpatiza enseguida con sitios así en los que los hombres perseveran a pesar de la vida y la vida persevera a pesar de los hombres. Olor que impregna, suelo enmoquetado por servilletas y güitos, liquidillo seroso sobre la barra y un expositor con viandas tan abstrusas como poco apetitosas. ¿Por qué dejar a la vista carnes resecas, una piscina de pimientos fritos, guisos indescriptibles e incluso octópodos amortajados en hojas de lechuga? ¿a quién le parece apetecibles?...qué más da... están ahí como naturalezas muertas, como las reses destripadas con las que Bacon envileció a Inocencio X, como necrófilo vestigio de ibéricas pulsiones crudívoras.  

Pensionistas ociosos, cazadores de menús del día de ocasión, se dirigen al comedor con evidente inquietud ante el riesgo de acabar comiendo tarde. Obsesionados por regular horas, minutos y segundos contemplativos; sumidos en la estricta repetición de actos mezquinos. Fuera, en el burladero que rodea la barra, tres sesentonas uniformadas con chandal y nylon guateado, sentadas en sillas compradas en algún stock de la carretera de Toledo, rumian unas ali-oli lanzándose perdigonazos de mahonesa al hablar. Vienen de andar deprisa por el barrio. Han quemado cuarenta calorías y ya han recuperado quinientas. Un camarero ecuatoriano nos sirve los botellines. Hay una oferta de Amstel a 1€. También hay ofertas de cubos. Cuando no estás bendecido por los blogueros de moda hay que abaratarse para seguir jugando en el cruel monopoly de la oferta y la demanda. De aperitivo... dos canapés de tortilla con mojo picón y mejillones a la vinagreta. Todo en el mismo plato. 

En la tele que pende sobre la cámara de los postres, Mariló Montero, esa hembra tan montable como perversa, elucubra teorías metempsicóticas respecto al alma de los asesinos, humilla a sus reporteros en directo o mete el dedo en una masa de bizcocho y se lo rechupa con sórdida torpeza. 
En la puerta, el vendedor de cupones se hace el ciego al paso del culo de una moza que entra en el bar en busca de tabaco. El resto del tiempo intenta beber de un sol que apenas calienta ya a la hora del ángelus. 

Y en un extremo, castigada en un ring más duro que el del boxeo, retoza una especie de mantícora con el cutis resbaladizo de Raquel Mosquera y el cuerpo del Gerard Depardieu ruso. Acaba pidiendo la cuenta, algo confusa, entre tubos con posos de ginebra y servilletas con marcas de besos.
Es mediodía y un poquito más, de un lunes de otoño en esta ciudad de anchas caderas que acepta todo y a todos con la amarga resignación de un suicida sin extremidades. Y mañana más.

Arnyfront78

1 comentario:

  1. En este bar se han reunido, y aun se reúnen, varios grupos de artistas gráficos, multitud de autores de cómic y otras artes. En el salón del fondo se pueden disfrutar obras de Carlos Giménez, Ana Miralles, Azpiri y otros muchos. Además nuevos grupos de artistas se reúnen actualmente aquí por su cercanía a Tabakalera, y porque volvemos a casa ya cenados, con la infinidad de tapas que nos sirve Doña Encarna.

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