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martes, 25 de noviembre de 2014

Padrao

C/ Travesía Parada, 4
Metro: Noviciado (línea 2)
Tubo de cerveza (no hay caña ni botellín): 2€ (Mahou)
Tercio (Mahou): 2,50€
Tapas: Sandwiches, canapés, tortilla de patata y jamón...
Especialidades: chuletón de buey con pimientos y patatas (15€), pulpo, morcilla, croquetas de jamón, almejas a la marinera, oreja a la plancha, solomillo, pulpo a la gallega, chuletillas de cordero, alitas, pimientos de Padrón, sepia a la plancha, chorizo frito, gambas a la plancha, bocatas kilométricos a 5€ y platos combinados a 7€...





Gallego injustamente excluido del circuito de bares de la capital que obsequian a sus clientes con comistrajos revienta buches. A pesar de estar situado en pleno centro (a unos 300 metros de Plaza de España y a 500 de Callao), no es referente para eso de comer a base de aperitivos, salvo para los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado. Supongo que la afluencia de agentes uniformados es una de las razones por las que parte de la ciudadanía madrileña obvia un bar que agasaja generosamente a su clientela. Entiendo que es difícil encontrarse cómodo rodeado de tipos con pistola. 

Son los encargados de velar por la seguridad del estado y el cumplimiento de la ley pero un arma siempre es y será una herramienta de dar muerte que, inevitablemente, corta digestiones. El por qué del flujo permanente de policías, militares, guardias civiles y guardias reales resulta cuanto menos curioso. La proximidad de las comisarías de las calles Luna y Leganitos, del Ministerio de Justicia y del Palacio Real ayudan pero no son determinantes. Hay otros bares cercanos con buen café caliente (bebida habitual de la policía), que no reciben tal aluvión de porras de las que magullan. 

La razón es que el dueño, Don Pedro Padrao, expolicia reciclado a tabernero en el mejor de los casos, civil frustrado por no haber sido policía o diagnóstico patológico de manual si se trata de un friki al que se le ha ido la olla viendo Cops, aquel reality noventero en el que agentes arios de la LAPD capturaban in fraganti a malhechores negros con dientes de oro, al ritmo del "Bad boys, bad boys, whatcha gonna do, what you gonna do when they come for you?", ha hecho de su tasca un reducto gastrocastrense destinado a la adulación del personal uniformado. La exaltación de símbolos patrios, la exhibición de placas de cuerpos de policía de todo el mundo e incluso fotografías de merchandising paramilitar que se podía adquirir en Padracops (ya está cerrada), la tienda-oploteca situada en la calle de las Minas, propiedad del dueño del bar, hace que la milicienta (como diría el joven Alex rodeado de sus drugos) se sienta como en casa.  
No tienen caña ni botellín; la apuesta mínima es el tubo de cerveza que cuesta 2€.  A cambio te ves recompensado con un frutero lleno de sandwiches, canapés de tortilla y de jamón. El sandwich es aglomerado de pan con un folio de fiambre de york. El resto... bien... una tortilla decente. En general el bar es visitable y está bastante limpio para lo que uno se puede encontrar en tascas de dicha ralea. Las raciones son bastante asequibles y los bocatas (a 5€) son barras enteras rellenas de ambrosías. Además abre para los desayunos y cierra cuando ya no quedan ni lumis en las calles.
Me reconforta ver a los señores agentes tranquilos, pidiendo montaditos para llevar, infusiones calentitas y alguna que otra caña bebida de soslayo. Incluso a veces parecen seres humanos, en vez de mastines adiestrados para obedecer sin cuestionar y hacer obedecer a quienes cuestionan. 

La última vez que vi a la policía irrumpir en un garito, la  gente se divertía. Entonces paró la música, volaron bolsas granuladas y se encendieron las luces. La fiesta se acabó... se restableció el orden. La única música que debería cesar algún día es la de ese arbitrario: "su documentación, por favor", cargado de violenta educación... necesitado de armas para hacerse respetar. 
...Y de vez en cuando... ejecutar la heroica tarea de desahuciar a octogenarias con bypass.


Arnyfront78

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