C/ Travesía Parada, 4
Metro: Noviciado (línea 2)
Tubo de cerveza (no hay caña ni botellín): 2€ (Mahou)
Tercio (Mahou): 2,50€
Tapas: Sandwiches, canapés, tortilla de patata y jamón...
Especialidades: chuletón de buey con pimientos y patatas (15€), pulpo, morcilla, croquetas de jamón, almejas a la marinera, oreja a la plancha, solomillo, pulpo a la gallega, chuletillas de cordero, alitas, pimientos de Padrón, sepia a la plancha, chorizo frito, gambas a la plancha, bocatas kilométricos a 5€ y platos combinados a 7€...
Metro: Noviciado (línea 2)
Tubo de cerveza (no hay caña ni botellín): 2€ (Mahou)
Tercio (Mahou): 2,50€
Tapas: Sandwiches, canapés, tortilla de patata y jamón...
Especialidades: chuletón de buey con pimientos y patatas (15€), pulpo, morcilla, croquetas de jamón, almejas a la marinera, oreja a la plancha, solomillo, pulpo a la gallega, chuletillas de cordero, alitas, pimientos de Padrón, sepia a la plancha, chorizo frito, gambas a la plancha, bocatas kilométricos a 5€ y platos combinados a 7€...
Gallego
injustamente excluido del circuito de bares de la capital que obsequian a
sus clientes con comistrajos revienta buches. A pesar de estar situado
en pleno centro (a unos 300 metros de Plaza de España y a 500 de
Callao), no es referente para eso de comer a base de aperitivos, salvo
para los miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado.
Supongo que la afluencia de agentes uniformados es una de las razones
por las que parte de la ciudadanía madrileña obvia un bar que agasaja
generosamente a su clientela. Entiendo que es difícil encontrarse cómodo
rodeado de tipos con pistola.
Son los encargados de velar por la
seguridad del estado y el cumplimiento de la ley pero un arma siempre es
y será una herramienta de dar muerte que, inevitablemente, corta
digestiones. El por qué del flujo permanente de policías, militares,
guardias civiles y guardias reales resulta cuanto menos curioso. La
proximidad de las comisarías de las calles Luna y Leganitos, del
Ministerio de Justicia y del Palacio Real ayudan pero no son
determinantes. Hay otros bares cercanos con buen café caliente (bebida
habitual de la policía), que no reciben tal aluvión de porras de las que
magullan.
La razón es que el dueño, Don Pedro Padrao, expolicia
reciclado a tabernero en el mejor de los casos, civil frustrado por no
haber sido policía o diagnóstico patológico de manual si se trata de un
friki al que se le ha ido la olla viendo Cops, aquel reality noventero
en el que agentes arios de la LAPD capturaban in fraganti a malhechores
negros con dientes de oro, al ritmo del "Bad boys, bad boys, whatcha
gonna do, what you gonna do when they come for you?", ha hecho de su
tasca un reducto gastrocastrense destinado a la adulación del personal
uniformado. La exaltación de símbolos patrios, la exhibición de placas
de cuerpos de policía de todo el mundo e incluso fotografías de merchandising
paramilitar que se podía adquirir en Padracops (ya está cerrada), la
tienda-oploteca situada en la calle de las Minas, propiedad del dueño
del bar, hace que la milicienta (como diría el joven Alex rodeado de sus
drugos) se sienta como en casa.
No
tienen caña ni botellín; la apuesta mínima es el tubo de cerveza que
cuesta 2€. A cambio te ves recompensado con un frutero lleno de
sandwiches, canapés de tortilla y de jamón. El sandwich es aglomerado de
pan con un folio de fiambre de york. El resto... bien... una tortilla
decente. En general el bar es visitable y está bastante limpio para lo
que uno se puede encontrar en tascas de dicha ralea. Las raciones son
bastante asequibles y los bocatas (a 5€) son barras enteras rellenas de
ambrosías. Además abre para los desayunos y cierra cuando ya no quedan
ni lumis en las calles.
Me
reconforta ver a los señores agentes tranquilos, pidiendo montaditos
para llevar, infusiones calentitas y alguna que otra caña bebida
de soslayo. Incluso a veces parecen seres humanos, en vez de mastines
adiestrados para obedecer sin cuestionar y hacer obedecer a quienes
cuestionan.
La última vez que vi a la policía irrumpir en un garito, la
gente se divertía. Entonces paró la música, volaron bolsas granuladas y
se encendieron las luces. La fiesta se acabó... se restableció el
orden. La única música que debería cesar algún día es la de ese
arbitrario: "su documentación, por favor", cargado de violenta
educación... necesitado de armas para hacerse respetar.
...Y de vez en cuando... ejecutar la heroica tarea de desahuciar a octogenarias con bypass.
Arnyfront78
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