Metro: Delicias (línea 3)
Botellín: 1,50€ (Alhambra)
Caña: 1,50 (Alhambra)
Tapas:
a elegir entre 22 opciones por cada consumición. OJO!...A partir de dos
consumidores en adelante deberán elegir todos la misma tapa. Las tapas
cambian cada cierto tiempo. Las más populares a día de hoy son: mini
burger con queso, fajita de pollo y verduras, mollete de jamón serrano y
queso, pincho moruno, quesadilla de gulas al ajillo y queso, huevos
rotos con jamón, tosta de queso de cabra y bacon crujiente, croquetas de
jamón ibérico, mollete de oreja, tosta ibérica con ajo-perejil y
cebolla crujiente...
La primera vez que
fui a Granada, hace unos quince años, iba advertido del pantagruélico
proceder que hay en los bares al poner el aperitivo. No obstante, no
dejó de sorprenderme, aun siendo de Madrid (en donde la tapa es ley), lo
excesivo del asunto. Excesivo, peyorativamente, en la mayoría de
ocasiones... con revoltijos desmesurados, asediados por patatas,
chorretosos, deformes, deslabazados, agustiosos y, sobre todo, incluidos
de forma torticera en el precio de la bebida. Es evidente que hay fans
incodicionales del detritus y de los bares gastricidas.
Siempre he
admirado a esas trituradoras humanas capaces de deglutir gachas con
panceta y sirope de kiwi con la misma solvencia que una ensalada cesar,
pero no es lo mio. No me interesa la tapa-fórmula granadina de poner la
caña por encima de los dos euros por mucho aperitivo que pongan. A un
bar voy, principalmente, a beber, no a criar. Por eso, pasados los
primeros días de desconcierto, acabé enganchado a los míticos bocatas de
Aliatar y a los litros de Alhambra junto al Darro.
La Pequeña Graná de la calle Embajadores (la de Reina Victoria echó el cierre cuando se estaba inaugurando) es uno de los bares de la corte y villa abonado al aperitivo a la carta. Por cada consumición (ya sea caña o Chivas), puedes elegir una tapa entre una oferta de veintidós.
La Pequeña Graná de la calle Embajadores (la de Reina Victoria echó el cierre cuando se estaba inaugurando) es uno de los bares de la corte y villa abonado al aperitivo a la carta. Por cada consumición (ya sea caña o Chivas), puedes elegir una tapa entre una oferta de veintidós.
Esta praxis tiene
sus pros y sus contras: por un lado, la libertad de elección del
consumidor acaba con la temida arbitrariedad del camarero; es decir, el
fin de amiguismos y agravios comparativos como recibir unas ali-olis
antibióticas mientras el de al lado come jamón. Además es difícil no
encontrar algo minimamente potable entre 22 tapas. Inconvenientes... el
abuso de fast food en miniatura, fritos insumergibles y
hacinamientos desagradables a la vista y olfato. Tampoco se entiende que
poder escoger la tapa lleve acarreado el incremento injustificado del
precio de la bebida. Poder elegir entre caca de perro y excrementos
humanos no cambia la certeza de que ambas son mierda.
Por
suerte, La Pequeña Graná no sirve heces y el precio del botellín está
en los límites de lo aceptable. Sus tapas pueden decepcionar a quienes
ponderan la cantidad a la calidad y viceversa. No son vomitivamente
descomunales ni tampoco excelsas, pero sí ecuánimes. Cumplen con creces
el cometido de un aperitivo: auxiliar a la caña, no desbordarla. Fajitas
de pollo, mini-burgers con queso, cazuelitas... pinchitos todos ellos
en formato micro-machine que parecen sacados del imaginario indigesto de un adolescente londinense. Esta semana en el top ten
de La Pequeña Graná no está el mollete de Katy Perry sino el de jamón y
queso. Así, ronda tras ronda, las masas, salsas y fritos van
compensando la pleamar alcohólica que anega el torrente sanguíneo. Es
muy probable que salgas de allí muy pedo, pero al menos tendrás algo
prescindible que potar.
Otro
factor positivo es la limpieza. Sobre todo teniendo en cuenta que hay
fosas séptica menos infectas que algunos bares de Embajadores,
Ferrocarril y Santa María de la Cabeza. El ambiente entre semana es
grato, los fines de semana no. Demasiados grupos estridentes festejando
no se sabe qué. Incluso hay quienes se atreven con las ofertas vikingas
de la casa.La más terrorífica incluye: barril de 30 litros de cerveza +
10 refrescos + 6 jarras de tinto + 15 raciones elegidas por la casa =
330€. El cubo para rabar no está incluido, lo tienes que traer de casa.
Para esto hay acondicionado un salón "exclusivo" en el que podrás poner
tu propia música e incluso vídeos lésbicos si es menester. Un salón
distinguido capaz de albergar desde un congreso de UPyD hasta una misa
negra... o mejor aún... una misa negra oficiada por Rosa Diez. Bufff!!!!
Arnyfront78
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