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viernes, 8 de agosto de 2014

El Baco

C/ Gustavo Fernández Balbuena, 17
Metro: Alfonso XIII (línea 4)
Botellín (Amstel): 1,25€
Caña (Alhambra): 1,20€
Tapas: Croquetas yempanadillas congeladas, papas bravas, paella...
Especialidades: Papas al ajillo,papas bravas, tortilla de patata, oreja, callos, boquerones en vinagre, calamares, chopitos, mejillones...


Una ubicación estratégica parece relevante a la hora de poner un negocio. Si no, que se lo pregunten al propietario de la farmacia que está pegada al ambulatorio, al dueño del puesto de chuches que espera las acometidas de los párvulos que salen del colegio o a las obreras del amor del "club" Stark, al ladito de Mercamadrid. En esa línea andan los bares y cafeterías que están junto a centros sanitarios, organismos oficiales y edificios administrativos, en los que se requiere la paciencia de un enhebrador de hímenes para realizar cualquier gestión. La desesperación de tener el número 867 cuando van a atender al 32 te conduce directamente a la barra del primer bar cercano para tratar de templar nervios y mala hostia con una taza de café con Soberano. 

En esa tesitura se encuentra El Baco, primer bar tras pasar el arco detector de metales del Registro civil de la calle Pradillo. Nuestra visita a este barracón con inusitada raigambre es, por tanto, mera consecuencia de una tortuosa mañana burocrática. Para que os hagáis una idea, quienes nunca halláis tenido la suerte de pasar una o varias mañanas tramitando lo intramitable en el Registro Civil, deciros que se aproxima bastante a "la casa que enloquece" de "Las doce pruebas de Asterix." Esa surrealista búsqueda de la mítica forma A-38, lucida sátira de los perversos mecanismos (la burocracia) que el estado interpone entre él y los ciudadanos para hacer a éstos ininteligible el ejercicio de la gestión pública, la viven cada mañana todos aquellos que acuden allí para casarse, dar de baja a sus difuntos, cambiar de sexo o cambiar su actual nombre por el de "Stalin de todos los santos". 

Pero, sin negar su analogía con un frenopático, una comparación más ajustada sería la de aquellas ventanillas siniestras y desangeladas que veíamos en las películas yankees de los ochenta en las que una cola de losers esperaba con resignación mendicante que una funcionaria gorda les tramitase la prestación social que la gracia del estado dispensa. Parece que la corriente neoliberal que, durante el mandato de  Reagan redujo la dotación económica de la administración norteamericana para intentar reducirla a un kiosko de pipas, se impone poco a poco en España. Así, donde antes trabajaban diez funcionarios , de los cuales seis estaban desayunando, sólo han quedado dos que se turnan para escaquearse. Y, sin embargo, el alud de trámites, polizas y formularios a rellenar no ha menguado. ¿Qué se persigue con todo esto?... el evidente colapso del sistema para disuadir a los ciudadanos de que ejerciten sus derechos civiles en los términos que contempla la ley. 
Nosotros fuimos a inscribir a nuestro pequeño recien nacido. Parece ser que hay trámites peores y, aun así, el espectáculo es dantesco. No hay cita previa; hay cola desde la madrugada para obtener número (hay un máximo de números por día y si te has quedado sin él tienes que volver otra vez); la sala de espera tiene 20 asientos para unas 200 personas  y está empapelada con circulares sobre los requisitos exigidos para proceder al registro en español y mandarín, con pasquines de CC.OO. contra los recortes y con el anuncio de un Seat Córdoba del 2004 con tan sólo 77.000 km. por 3.600€; los progénitores acuden recien salidos del hospital dado que registrar al neonato es requisito indispensable para realizar los trámites posteriores; las parturientas doloridas acechan en busca de silla, con los puntos encarnados, sacándose leche con ordeñadoras, perfumadas con meconio... algún bedel calienta biberones... los prosegur no dan a basto para vigilar que nadie se cuele y que no roben bolsos... En fin, se dice que el nuevo proyecto de ley, por el cual la documentación que acredita los nacimientos podrá ser remitida al registro civil desde el propio hospital, ayudará a aliviar la congestión burocrática de la sección primera de tan ilustre institución. Pero visto lo visto, alguien debería proponer que los partos se realicen directamente en Pradillo ante los secretarios judiciales. Así podrían dar fe al mismo tiempo de la filiación y de la episiotomía. 

En deifinitiva, mucho tiempo esperando que aprovechamos para ir a desayunar.  El Baco es un bar ignoto que, no obstante, guarda cierto encanto gracias a lo desfasado que está. No sé si esa inadaptación al presente es fruto de una deriva errática o de una intencionalidad reaccionaria... lo mismo da... el resultado no puede ser más estimulante... pinchos de tortilla sobre hules estampados, cafés con madalenas, prensa deportiva, láminas compradas al peso en el Rastro, posters de la selección española, ofertas de copazos de Terry y Magno y un sabio aviso a navegantes: "Si quieres vivir en paz deja a tu mujer mandar". En todos y cada uno de los rincones del bar queda clara la impronta añeja del barman... un tipo lacónico, resuelto en sus acciones, de mirada esquiva y voz templada... con edad como para jubilarse por segunda vez.  


Sobre la barra...decenas, cientos, miles de platillos con café y azucar que aguardan cada mañana el goteo incesante de registrantes a la espera de ser registrados y de registrados agotados de ser registrantes. Poco más que decir... un pincho de tortilla decente, precios asequibles y una alternativa para hacer tiempo pribando hasta que llegue tu  turno. Si no es así, ten paciencia y llévate "Los pilares de la tierra" y un tubo de hemoal.

Arnyfront78

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