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domingo, 3 de noviembre de 2013

El economico (Soide Mersol)

C/ Argumosa, 9
Metro: Lavapiés (línea 3)
Botellín: 1,50€ (Estrella Damm). Caña (muy corta): 1,30€ (Estrella Damm)
Tapa: canapeses varios, frutos secos, patatas fritas, aceitunas, arroz con curry....






Siempre he admirado el cinismo, sobre todo cuando es perspicaz... ir a tomar algo por Lavapiés, paradigma del camelo bienintencionado, y meterse en un bar que se bautiza "El económico" buscando cañas y raciones baratas, caricaturiza a los ingenuos protagonistas del hecho, no al astuto propietario del bar. Y es que decir la verdad siempre es una mala idea, sobre todo cuando se trata de negocios o de andar con putas. 

El Económico no es económico, nunca lo ha sido y nunca lo será; pero no debe ser desdeñable el número de visitantes, en busca de la gran ganga, que caen por allí atraídos por una treta mercadotécnica bastante simple pero indudablemente efectiva... "di que eres barato y la gente acudirá aunque sea mentira", es decir, una variante más sutil de la máxima de la propaganda nazi que preconizaba Goebbels: "una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad".  Y como no hay peor censor que un crédulo que abre los ojos o un fumador que deja de serlo, las críticas más hostiles contra el Económico vertidas en internet subrayan la paradoja del nombre cegados por la inquina que suscita haber sido objetos de choteo. Cuando fui la primera vez, hace más de un lustro, ya supuse que era igual de caro o más que el resto de la zona y aún así entré. 

Con un nombre tan descarado sólo me preguntaba hasta que límites llegaba la mofa. Y la verdad es que no mucho, eso es lo decepcionante. Esperaba una gran broma tipo cañas a 5€, raciones a 30€... no sé... algo realmente "económico". Sin embargo, los precios, la cantidad y calidad de comida y bebidas hablan de una tibieza que siempre es de mi desagrado y parece que también del de muchos otros. No obstante, el lugar es correcto, recomendable para tomar algo de charleta con amigos mansos, para hacer que trabajas con el ordenador cuando en realidad estás enfocando a la chica guapa que está en la mesa de enfrente o, simplemente, para esperar la muerte fuera de casa.  

El local es profundo, dividido en dos plantas diáfanas y una pequeña sala, junto al váter, que sirve de reservado para los más separatistas. La luz tenue sobre las paredes color crema proyecta rojos opresivos, tórridos a pesar de un  ambiente tibio tirando a frío. La decoración elegida... sin extravagancias ridículas ni concesiones palurdas: una barra maciza, azulejos hasta mitad de altura y algún que otro elemento ornamental sobrio. También resalta la higiene a pesar de que la mayoría de locales de Lavapiés estén más limpios que los de otras partes de Madrid (aunque haya gente mal intencionada que piense lo contrario). Si el Ministerio de sanidad hiciese bien su trabajo, las tres cuartas partes de los bares que rodean la Plaza Mayor, Sol y Gran Vía estarían precintados. 

Quizá el problema del Económico esté en la planificación de los recursos y, sobre todo, en la cocina: raciones que no dan la talla (ni en calidad ni en tamaño), aperitivos caritativos (patatas fritas, cuatro aceitunas, unos panchitos), camareros simpáticos pero desmotivados y precios lo suficientemente altos para no ser el "Económico" y lo suficientemente moderados para no recibir dedicatorias incendiarias en el libro de reclamaciones. Pero la newave  de Lavapieseros, la pretty cool people y los yonquis de la nicotina siempre podrán disfrutar de la codiciada terraza de la calle Argumosa que concilia sillas, mesas, sombrillas, clientes inexpresivos por el exceso de laca, argentinos vendiendo poemarios, mendigos cansados de pedir y algún que otro borracho tratando de ligar con la máquina expendedora de la ORA. 

La paradoja de un paseo marítimo sin mar expectante al incesante flujo de tetas, culos y poyas, bolsas con kebabs, cucarachas que no entienden nada y helados de yogur goteando sobre la acera.

Arnyfront78

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