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martes, 22 de octubre de 2013

Green & More (La huerta de Tudela)

C/Prado, 15
Metro: Antón Martín (línea 1) o Sevilla (línea 2)
Especialidades: Las verduras de la huerta de Tudela (pochas, cogollos, tomate con pimientos y boquerón marinado, alcachofas, cebolletas confitadas, judias verdes, raviolis rellenos de puerro y gambas...), las carrilleras de cordero lechal, el solomillo al foie-gras, el patorrillo de cordero, la madeja, las albóndigas de lubina, las kokotxas... 
Precio: Excelente relación calidad/ precio... entre 35 y 50€ por persona.



El pasado domingo 13 de octubre (día otoñal depresivo de los de mañana perdida, periódico bajo el brazo y satisfacción por no haber naufragado la noche previa), el equipo de Tabernomaquia aterrizó, cuchara en mano, sobre los manteles de uno de los restaurantes de la zona centro que más dará que hablar en breve. La razón: simple y llanamente sus verduras. 

También sus carnes y pescados pero... vamos por partes. "Green & More", nombre apropiado para una película de Guy Ritchie pero extravagante para un restaurante de la huerta Navarra, desembarcó en Madrid, concretamente en el barrio de Las Letras, desde la ilustre Navarra para evidenciar la mierda de  verduras y legumbres que comemos en la capital. Es una gozada llevarse a la boca alcachofas, judías verdes, pochas y piparras tan sabrosas, tiernas y al dentes a la vez; guisadas en pelotas, sin abalorios, sin perder en ningún momento la perspectiva de la materia prima como solista en el plato. 

Pero al mismo tiempo no deja de ser una putada, un contraste cruel, volver al día siguiente a las berenjenas con piel de bota de trekking, a las setas que tienen playas en sus poros y acelgas con hebras con las que se podría encordar una Gibson. Es verdad que en los distritos de Salamanca, Chamberí y Chamartín puedes encontrar las frutas y verduras que exportamos a Alemania, pero claro, es probable que para poder comprar un kilo de esas refulgentes picotas del tamaño de la bolsa escrotal de un zulú tengas que vender un riñón al cártel de Sinaloa. 


Aunque los nombres de los platos sean kilométricos para satisfacer las pulsiones esnobistas de los clientes más chic, lo que hay sobre la loza sólo entiende de franqueza. Al final, "las alcachofas frescas de Tudela guisadas con jamón confitado" y las "láminas de patata confitada en aceite de codillo de jamón con borrajas", dejan regusto a huerto, a cultivo no intensivo, a las verduras que odiábamos de pequeños y que ahora tanto echamos de menos. 


De segundo llegaron las carnes... arrebatadoras pero demasiado intensas para mi gusto. Yo comí una carrillera que estuve merendando toda la tarde y Lidisinthenight unas almóndigas de venado que podrían haber mantenido en órbita a toda la misión del Apolo XIII, incluido el cohete. El resto del equipo peleó con la pluma ibérica, la carrillera con foie y una paletilla de ternansco rellena de verduras en la que sólo se apreciaba medio pimiento rojo. Sinceramente eché de menos un poco de guarnición verde que ayudase a filtrar sabores tan intensos. 

Nadie pidió la merluza de anzuelo, las kokotxas o el rodaballo salvaje pero creo que también hubieran sido elecciones acertadas.  En restaurantes como éstos en los que la materia prima juega un papel decisivo es conveniente dar cancha a las recomendaciones del camarero. Si en muchos sitios éstas suelen ir orientadas a endosar lo que se esté pudriendo en la nevera, aquí fueron convincentes y complacientes. Nuestro Cicerone fue Javi, un segoviano orgulloso de Ayllón, que nos guió con artes de recortador diestro, a través de una carta extensa, plagada de platos sugerentes. Siempre le agradeceré que nos recomendara la torrija con no sé qué... ¡tremenda, espectacular! Te lo dice un salao que normalmente pasa de los postres. 


El único "pero", como es habitual, son las cantidades. No tanto de las carnes, que estaban en su justa medida, como de los entrantes. Me habría comido una fuente de judías verdes yo sólo... uno se queda con ganas de un poco más, no todo el mundo quiere ser Keira Knightley. Si a algún que otro Navarro que yo me sé le ponen raciones así, a la hora se está comiendo dos McMenús en la Gran Vía. 

En todo caso, el asunto salió por unos cuarenta y pico euros por cabeza con dos botellas de vino, postres, cafés y pacharán incluidos. Sólo faltó la cama para echarse la siesta y fantasear  con que en un futuro, que parece cada vez más lejano, una comilona así esté al alcance de todos (menos de los banqueros... esos que coman sopas de preferentes en el gulag). 

Arnyfront78

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