Metro: Noviciado (línea 2)
Botellín: 1,25€ (Mahou)
Caña: 1,25€ (Amstel)
Tapa: a elegir para los asiduos. Para los no habituales... bazofia.
Hay
una secuencia en la película Barrio, dirigida por Fernando León de
Aranoa, en la que uno de los protagonistas busca trabajo como repartidor
de pizzas. El diálogo entre el chaval y el encargado es el siguiente:
"hay cuatro turnos de trabajo: tarde, noche, de lunes a viernes y fines
de semana. Te puedes meter en el que quieras que te va a dar igual,
luego te lo cambio yo como me salga de los cojones". Algo parecido sentí
cuando visité por primera vez este bar que se encuentra equidistante de
la calle San Bernardo y el cuartel del Conde Duque.
Siempre he
considerado un detalle que al pedir la consumición el barman me pregunte
qué quiero de aperitivo, aunque nunca me ha molestado que, sin
preguntar, me endose lo que quiera (normalmente lo más rancio). Lo que
me desconcierta es que me pregunte qué quiero, le diga que torreznos (a
la vista de que se los habían puesto a los que estaban allí) y nos ponga
lo que le sale de los cojones, esto es, dos canapés de chorizo sobre pan
rebenido. No entiendo la jugada. ¿Para qué coño me pregunta? Me parece
tan inapropiado como arriesgado vacilar a un desconocido. Quise ser
comprensivo dada la cantidad de gente que había. Entiendo que estar
poniendo cañas todo el día es una putada y que un despiste o una sordera
transitoria puede afectar a cualquiera. Así que regresamos semanas
después para corregir nuestra opinión o para corroborar nuestras
sospechas. Esta vez cambió de táctica pero con la misma intención:
ponernos la peor tapa. En vez de preguntarnos qué queríamos,
directamente nos encasquetó los cuadrados rebozados que podéis ver en la
imagen.
Sin comentarios. ¿Por qué todo esto?... me temo que porque no
somos habituales. Debe ser que les sobran clientes, me alegro por ello.
Aun así estoy dispuesto a darle una tercera oportunidad dado que los
botijos están bien fríos y el
ambiente es juvenil, desenfadado, diría que incluso cálido. Lo más
destacable... bastantes fotos de paisajes esteparios (seguramente son
fotos del pueblo del dueño... un clásico provinciano) y un enorme
ventilador blanco de estilo caribeño que pende amenazante sobre las
cabezas de los libadores. Los bocatas y montaditos están a buen precio, pero las raciones son caras para ser habas contadas. Siendo justo creo que no es mala elección
en la zona. Un bar de cañas puro y duro, no como muchos de los
sofisticados engendros que llenan las inmediaciones de Conde Duque.
Además el camarero joven parece majete. Veremos si cuando tenga los años
del Liam Gallagher de turno no tiene la misma mala follá. No
es nada personal, nunca lo es, probablemente sea un gran tipo, pero
seleccionar el aperitivo en terminos de asiduidad o inconstancia dice
mucho de una persona.
La conclusión respecto a este bar es de decepción teniendo en cuenta las expectativas creadas en base a los comentarios positivos leídos en la red y de cínica displicencia careciendo de las mismas. A lo mejor la próxima vez me llevo el aperitivo de
casa, no sea que me plante un durum de Tampax usado con mostaza... o
algo peor.
Arnyfront78
Jajajaja qué grande, gracias por esta entrada, iba a pasarme por este bar pero prefiero no arriesgar con el durum de tampax usado xD Un saludo y te animo a seguir con este blog ;)
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