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viernes, 21 de febrero de 2014

El Chorrillo

C/ del Acuerdo 3
Metro: Noviciado (línea 2)
Botellín: 1,25€ (Mahou)
Caña: 1,25€ (Amstel)
Tapa: a elegir para los asiduos. Para los no habituales... bazofia.


Hay una secuencia en la película Barrio, dirigida por Fernando León de Aranoa, en la que uno de los protagonistas busca trabajo como repartidor de pizzas. El diálogo entre el chaval y el encargado es el siguiente: "hay cuatro turnos de trabajo: tarde, noche, de lunes a viernes y fines de semana. Te puedes meter en el que quieras que te va a dar igual, luego te lo cambio yo como me salga de los cojones". Algo parecido sentí cuando visité por primera vez este bar que se encuentra equidistante de la calle San Bernardo y el cuartel del Conde Duque. 

Siempre he considerado un detalle que al pedir la consumición el barman me pregunte qué quiero de aperitivo, aunque nunca me ha molestado que, sin preguntar, me endose lo que quiera (normalmente lo más rancio). Lo que me desconcierta es que me pregunte qué quiero, le diga que torreznos (a la vista de que se los habían puesto a los que estaban allí) y nos ponga lo que le sale de los cojones, esto es, dos canapés de chorizo sobre pan rebenido. No entiendo la jugada. ¿Para qué coño me pregunta? Me parece tan inapropiado como arriesgado vacilar a un desconocido. Quise ser comprensivo dada la cantidad de gente que había. Entiendo que estar poniendo cañas todo el día es una putada y que un despiste o una sordera transitoria puede afectar a cualquiera. Así que regresamos semanas después para corregir nuestra opinión o para corroborar nuestras sospechas. Esta vez cambió de táctica pero con la misma intención: ponernos la peor tapa. En vez de preguntarnos qué queríamos, directamente nos encasquetó los cuadrados rebozados que podéis ver en la imagen.

Sin comentarios. ¿Por qué todo esto?... me temo que porque no somos habituales. Debe ser que les sobran clientes, me alegro por ello. Aun así estoy dispuesto a darle una tercera oportunidad dado que los botijos están bien fríos y el ambiente es juvenil, desenfadado, diría que incluso cálido. Lo más destacable... bastantes fotos de paisajes esteparios (seguramente son fotos del pueblo del dueño... un clásico provinciano) y un enorme ventilador blanco de estilo caribeño que pende amenazante sobre las cabezas de los libadores. Los bocatas y montaditos están a buen precio, pero las raciones son caras para ser habas contadas. Siendo justo creo que no es mala elección en la zona. Un bar de cañas puro y duro, no como muchos de los sofisticados engendros que llenan las inmediaciones de Conde Duque. 
  
Además el camarero joven parece majete. Veremos si cuando tenga los años del Liam Gallagher de turno no tiene la misma mala follá. No es nada personal, nunca lo es, probablemente sea un gran tipo, pero seleccionar el aperitivo en terminos de asiduidad o inconstancia dice mucho de una persona. 
La conclusión respecto a este bar es de decepción teniendo en cuenta las expectativas creadas en base a los comentarios positivos leídos en la red y de cínica displicencia careciendo de las mismas. A lo mejor la próxima vez me llevo el aperitivo de casa, no sea que me plante un durum de Tampax usado con mostaza... o algo peor.

Arnyfront78

1 comentario:

  1. Jajajaja qué grande, gracias por esta entrada, iba a pasarme por este bar pero prefiero no arriesgar con el durum de tampax usado xD Un saludo y te animo a seguir con este blog ;)

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