Calle Fortuna, 1
Metro: Alto de Extremadura (línea 6)
Botellín: 1,10€ (Mahou). Grifo de Heineken y de vermut Iris
Tapa: ¡¡¡¡¡¡Alitas con calamares fritos!!!!!, pollo frito, canapeses....
Especialidades: ?????????????????????????????
Menu del día a 7,50 Escrito el pasado diciembre...
Parece
ser que el escritor estadounidense Howard Phillips Lovecraft no
necesitó correr aventuras, presenciar gestas, ni vivir la vida como la
mayoría de los mortales creemos que ha de vivirse (con el frenético
ritmo de una cadena de montaje), para ensoñar criaturas, situaciones y
escenarios fantásticos que plasmaría a lo largo de su obra. Relatos
asombrosos, fantásticos, fruto de una imaginación portentosa forjada en
el aislamiento de la biblioteca de su abuelo. Por el contrario, Ernst
Hemingway entendía la literatura como el producto de un periplo vital.
Beber, follar, cazar elefantes y pisar el fango de las trincheras, sin
duda estimulan la escritura. En un tiempo en el que las experiencias se
limitan a comprar en el Carrefour y montar en karts, encontrar a
las musas que guíen nuestra pluma (qué digo... que guíen los dedos que
aporrean el teclado) resulta sumamente jodido. Una de esa musas es la
contemplación. Sentarse en la Plaza Mayor, apretujarse en el Metro o,
simplemente, dejarse llevar por el delirio televisivo suponen ejercicios
literarios en toda regla. ¿Y qué os voy a contar de los bares?...
El
pasado sábado unos cuantos colegas quedamos para ver el derby
madrileño. El habitual "Fortuna" estaba lleno una hora antes del
partido, así que fuimos al de al lado. "El Cordobés",
como la mayoría de bares de barrio, no se definen por su andamiaje sino
por su parroquia. Fue abrir la puerta y una ráfaga de rebozado de colza
me azotó con saña. Esto empieza bien. Parece incluso que nos podremos
sentar. Hay dos mesas libres que juntamos para hacer acopio aunque las
sillas estén desperdigadas. Cami se dirige a la mesa contigua para coger
una silla y el ocupante, un veterano del lugar que se parece al jefe
chungo de Jason Bourne, no mueve ni un párpado. Aquello parece el saloon de un western.
Aun así... mesa para tres de momento... botijos, tónica y alitas
chamuscadas pal gaznate. El tema fluye y aparece Carlos para endilgarse
un Dyc-cola.
El figura que tengo a mi lado, un vetusto con quistes sebáceos negros en los pómulos,
ha entendido que Carlos ha pedido una Coca-cola y pregunta alarmado:
"¿Coca-cola?"..."con Dyc", le aclaro. Se queda más tranquilo. Hacía un
momento había desalojado a un señor mayor que se había sentado en su
sitio mientras salía a fumar. La propiedad privada se hace respetar. Con
voz de fumar Ducados desde los cuatro años me dice que todos los del
Madrid son maricones y que los que no son del atleti... también. Mira el
Dyc con envidia y, con una Mahou en la mano, lamenta que el médico le
haya prohibido beber alcohol. Otros seis botijos sobre la mesa
contemplan su silencio solamente roto por el partido. Hasta entonces se
parecía a Baroja concibiendo "La busca". Al marcar el Madrid aprieta el
vidrio, deja caer sus holgados parpados como telones de teatro, recoge
una bufanda roja y me dice: "Lo de siempre. Hasta luego, chaval". Un
rastro de agua de colonia se disipa mientras otro de oreja a la plancha nos invade. Manu saliva como el perro de Pávlov. Entabla alianzas para pedir la oreja... no las necesita, la va a pedir de todas formas.
Junto a Cami, el nucleo duro madridista, increpa un manotazo de Diego Costa en la cara de
Sergio "Gramos". A uno de ellos se le mueve la dentadura postiza a
causa de la ira. Me recuerda la mandíbula abatible del "Depredador" a la
caza de Schwarzenegger. En estas llega la infantería y, mientras Rubén,
Bea y David saludan, se produce un motín de los que están sentados al
fondo y no les dejamos ver. Nos dedican piropos de todo tipo... paso
miedo. Carlos ha salido a fumar... los hielos empiezan a aguar su peloti.
Y
el partido languidece para los atléticos. Un segundo gol corrobora la
clásica caquita blanda ante los vikingos. Ya sólo queda esperar que no
sean más. Es jodido que tu enemigo, al que odias con fe religiosa, todos
los años cuente con seis puntos fijos, los que tu le das.
La recua merengue enfila la puerta del bar camino de casa con la persistente insatisfacción que genera la arrogancia. Disfrutan los triunfos como si de desfiles militares se tratase. Ningún victoria blanca estará a la altura de unas expectativas absurdas, cargadas de miedo al fracaso. Los atléticos... pues a seguir adelante. En peores nos hemos visto.
La recua merengue enfila la puerta del bar camino de casa con la persistente insatisfacción que genera la arrogancia. Disfrutan los triunfos como si de desfiles militares se tratase. Ningún victoria blanca estará a la altura de unas expectativas absurdas, cargadas de miedo al fracaso. Los atléticos... pues a seguir adelante. En peores nos hemos visto.
Y la
tertulia sigue, entre platos vacíos, manchas de grasa y el cubata de
Carlos como pecera... Pero el ruido de la tele, con Kiko y Cañizares de pop-stars
mediáticas, termina por echarnos.
A la que esperamos la cuenta, tiene lugar una de esas situaciones que explican cómo es un sitio: en una de las mesas, un morcón de metro y medio, con el mondongo montado sobre el cinturón y rastros de rimmel en la oreja se levanta y sentencia a una paisana: ¡Tu marido se queda conmigo!, para inmediatamente pedir dos Ballantine´s con hielo... uno para ella, el otro para el adúltero en ciernes. La cornuda, etílica, tira un cubata sobre la mesa. La echan del bar. El adúltero sale a negociar con su esposa.
A la que esperamos la cuenta, tiene lugar una de esas situaciones que explican cómo es un sitio: en una de las mesas, un morcón de metro y medio, con el mondongo montado sobre el cinturón y rastros de rimmel en la oreja se levanta y sentencia a una paisana: ¡Tu marido se queda conmigo!, para inmediatamente pedir dos Ballantine´s con hielo... uno para ella, el otro para el adúltero en ciernes. La cornuda, etílica, tira un cubata sobre la mesa. La echan del bar. El adúltero sale a negociar con su esposa.
Ella gimotea entre balanceos y cabezadas... él
la dedica bella prosa: "éste es un señor y tú eres una puta mierda".
Palidecemos... el barrio nunca deja de sorprenderte. Y mientras el
adultero entiende de business con su amigo (una especie de ronin castizo con coleta y plumas) y la mujer dormita en el quicio de la puerta, nosotros seguimos la noche en busca de cobijo...
En los bares nunca hiela.
PD: Ha merecido la pena esperar años y años y más años... a ese gol, el de Miranda el pasado 17 de mayo, que ajusticia a quienes reducen el futbol a una desapasionada compraventa de vedettes.
En mi vida había probado las alitas de pollo con calamares fritos. Incredibol!!!
Arnyfront78
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