Paseo de San Francisco de Sales, 28
Metro: Islas Filipinas (línea 7)
Caña (no hay botellín): 1,30€ (Estrella de Galicia)(tamaño vaso alto)
Tapas: empanada, montaditos, alitas con salsa barbacoa, canapeses, lacón, mini-hamburguesas...
Especialidades: lacón, oreja, morcilla, pulpo y unos bocatas descomunales entre 3 y 4 leuros
Arnyfront78
Metro: Islas Filipinas (línea 7)
Caña (no hay botellín): 1,30€ (Estrella de Galicia)(tamaño vaso alto)
Tapas: empanada, montaditos, alitas con salsa barbacoa, canapeses, lacón, mini-hamburguesas...
Especialidades: lacón, oreja, morcilla, pulpo y unos bocatas descomunales entre 3 y 4 leuros
Hoy nos dejamos caer por las inmediaciones del clínico, de los
colegios mayores y de ese ridículo parque artificial del Canal de Isabel
II en donde la gente corre estabulada alrededor de un campo de golf que
parece un polígono de tiro, para hablaros de
uno de los mejores bares gallegos de la ciudad o, por lo menos, uno de
nuestros favoritos. Esta reducida, casi opresiva, tasquiña destinada al
incesante trasiego de hambrientos acaba arraigando en el corazón de todo
aquel que, aconsejado por estómagos amigos
o liberado de prejuicios exquisitos, le da una oportunidad a sus
raciones contundentes y a esos bocatas que asustan a anoréxicas.
¿Qué
diferencia al O´Muiño del resto de gallegos que, de forma epidémica,
saturan las arterias de los madrileños?... En primer
lugar, la inexistencia de lugares comunes: hay un automatismo, cuanto
menos hortera, tendente a presentarnos los bares y restaurantes
gallegos trufados de tópicos moribundos, abigarrados con panojas secas,
hórreos en miniatura, horcas con olor a boñiga,
aperos herrumbrosos, banderas de la Xunta, mixing de souvenirs, premios
gastronómicos otorgados por el propio bar y al fondo un patocrátor con
la cara de Laureano Oubiña. Cuando lo pintoresco deviene en cliché deja
de ser pintoresco y pasa a ser grotesco. Se
agradece que en el O´Muiño no se subrayen esos galleguismos rococós.
Salvo por dos o tres escuetas y concisas alusiones ornamentales a la
tierra, a Ponteareas, que resultan sobrias y sinceras, son la empanada,
el lacón y el pulpo que desaparecen de los platos,
credenciales suficientes para enaltecer el lugar de origen. Cuando hay
buena mano en la cocina sobran todas esas componendas que sólo
evidencian carencias en el fondo y superficialidad en las formas.
La
segunda diferencia es el tesón. Esto no quiere decir
que los camareros y propietarios del resto de mesones gallegos (y por
extensión del resto de bares de la ciudad) se toquen los huevos a dos
manos; pero es habitual ver actitudes pasotas, indolentes e incluso
chulescas detrás de la barra que no acaban de ahuyentar
a los clientes por aquello tan español que observaron los Gabinete: "La
fuerza de la costumbre es mi guía y mi lumbre". Esta pareja, trabajadora
y entrañable, lleva años atestando el local (no es muy difícil dado lo
chico que es) y la terraza a base de esmero,
humildad y una perseverancia a prueba de bombas. Al ser un negocio
familiar el futuro les va en ello. Hay algo liberador en depender
exclusivamente del trabajo propio y del de los tuyos... la única certeza
para subsistir es el compromiso. De ahí que Manolo y
Raquel perseveren día a día y caña a caña (como diría nuestro gurú El
Cholo) en dar lo mejor de sí mismos como si cada mañana fuera el día de
inauguración del bar. No hay afectación, sonrisas falsas, ni ningún tipo
de esfuerzo para gustar o caer bien. Sólo
hay diligencia, naturalidad y pericia en los fogones.
Cualquier tarde de
entre semana el ambiente se va caldeando conforme llegan los
oficinistas, universitarios y vecinos de la zona que han cogido la
costumbre de doblar y triplicar cañas entre el O´Muiño y
El Quirico. No es difícil ver incluso a la niña haciendo los deberes,
comiéndose una pizza o viendo "La que se avecina" en el ipad mientras su
madre reparte juego con la empanada, las alitas e inumerables comandas
de la terraza con la rotunda presencia de una
romana feliniana. Así, la vida de una familia, como podría ser la de
cualquiera, fluye al compás de un negocio que, no sólo es el sostén de
esta buena gente sino que también es un acogedor burladero para todos
aquellos que amamos los Bares con B mayúscula de
BORRACHERA.
PD: Mi chica me ha exigido que nada más parir en el clínico le
lleve un botijo sin alcohol y un bocata de lacón con queso del O´Muiño. Hay
que recuperar fuerzas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¿Quieres decir algo?