C/ Caballero de Gracia, 18
Metro: Gran Vía (líneas 1 y 5)
Botellín: 1,40 (Mahou). Grifo de Mahou.
Tapas: alitas, berenjenas rebozadas, albóndigas en
salsa, lacón con pimientos, guiso de carne con patatas, tortilla de
patata, migas, paella, papas fritas con pimientos del padrón y jamón,
aceitunas, papas con panceta...
Especialidades: papas revolconas con torreznos,
chorizo de olla, oreja a la plancha, costillas adobadas, croquetas,
empanadillas, lacón a la gallega, ensaladilla rusa, tortilla paisana,
albóndigas, tostas...
Poner a día de hoy un negocio en las bocacalles que
salen de Montera es como abrir una tienda de artículos de pesca en las
"Tres mil viviendas" de Sevilla... o no interesa a nadie o si interesa,
el clima hostil se encargará de cerrarlo.
En Caballero de Gracia son las prostitutas rumanas, búlgaras,
albanesas..., que han destetado hace un par de años, las que arruinan,
seguramente sin proponérselo, cualquier conato de aventura empresarial.
Aunque no sean realmente ellas, las crisálidas eslavas
que suben y bajan con desidia las escaleras de esos edificios ruinosos
que sirven de follódromos, las que enturbien el ambiente, sino la
milicia mafiosa, que desde la puerta de los recreativos o de los
compra-venta de oro, chulea a niñas-esclavas con la glacial,
reptante e implacable violencia de los desalmados hombres del este que,
como en la película de Cronenberg, cambiarían sin dudarlo a una hija por
un iPhone.
Sólo negocios tan asentados como la Sala Sol, el Costello,
el Rincón abulense y un chino que abastece
de chuches y tampones a las dimitrovas, mantienen el tipo en esos
callejones en los que, a según que horas, puede que tu culo tenga que
llamar al Samur para que lo suturen.
El Rincón abulense no necesita
presentación; es, sin duda, un referente en ese pasatiempo,
tan envidiado por los forasteros y que tan poco cuidamos los de aquí,
que es tomar cañas y salir comido. Las tapas no son nada del otro mundo,
diría que incluso van menguando en cantidad y calidad paulatinamente,
pero por 1,40€ que cuesta el botijo están ajustadas
a conformidad. Incluso los mini-pinchos de tortilla de cemento y las
alitas con síntomas de catalepsia (demasiado crudas) que nos dieron en
la última visita son pasables en un bar en el que el ambiente es bueno
(aunque a menudo saturado), los camareros atentos
y encima te vas oliendo a barbacoa de perrera... como mandan los cánones.
A media tarde es el mejor momento para tomarse algo. A partir de las
20-21hrs, desiste de entrar si no eres trapecista; sobre todo, los
sábados. Y que no te lleve a equívoco el nombre;
no es un típico mesón abulense con bancadas macizas, arcos de medio
punto e incluso puente levadizo entre el salón y el retrete. No es para
sentarse a comer cabrito, sopa castellana o contundentes asados que
resucitan o matan a un hombre. Es más bien una cafetería
metropolitana, pulcra y agradable que utiliza la torreznera coartada
castellana para significarse en el totum revolutum hostelero de Madrid.
Como siempre la crueldad de la vida proyecta
esquirlas paradigmáticas que uno puede percibir a poco que sea sensible,
cínico o ambas cosas. Kiss TV, sintonizado en la pequeña tele que
habitualmente emite partidos de fútbol, nos muestra la
ingravidez pornográfica de una chavala llamada Elena Alexandra
Apostoleanu, más conocida como Inna, en un vídeo-clip destinado
claramente al consumo masturbatorio. Miro el vídeo, me asomo a la
esquina y veo a Inna (con 10 años menos), en cada uno de esos rostros
bellos y extenuados, en cada cuerpo infantil y ultrajado, en cada labio
emborronado por grotescos fucsias que, sabedor de la iniquidad de la
persuasión, intenta convencer a la noche de que con un poco de suerte
podrá llegar a hacer también un video-clip.
Arnyfront78
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